domingo, 6 de diciembre de 2009

capitulo 3

Nos intercambiamos los MSN y el teléfono móvil. Me dijo que si necesitaba algo que no dudara en llamarle.

Mi corazón empezó a latir a mil por ora cuando pise el suelo. Sentía que me agobiaba el transito de la gente que iba a un lado o al otro tan segura de si misma. Yo me encontraba ahí en medio sin saber a donde ir o que esperarme. Tenia ganas de dejarlo todo ahí mismo y retroceder unos pasos asta entrar otra vez en el avión y despedirme ya de aquel país que por el momento no me hacia mucha gracia.

Decidí que si no quería ser perseguida en busca y captura tendría que ir a donde mi madre y mi nueva… familia. Cuando llegue asta donde estaba me alegro ver como solo estaba ella. Y no toda la familia esperándome o una de dos con una gran sonrisa fingida o con las caras de perros con las que me imaginaba a mi nueva familia alemana al verme como una intrusa en sus vidas.

La vi contenta de verme hay, no la veía con prisas como la solía ver normalmente parecía dispuesta a complacerme y a hacerme lo mas fácil posible mi estancia ahí. Me pregunto lo típico que tal el viaje, as comido ya… Me sorprendí al ver el gran coche o mejor dicho tanque en el que había venido mi madre. Tenia que haberlo supuesto ella era como de otro mundo nada igualado al mío. Seguramente toda su casa seria como aquel coche enormemente lujosa llena de adornos que solo sirven para lucir. Y aun serian peores sus habitantes. Serian fríos alemanes de los que te dan la mano para saludar y te dicen sin mover ni un centímetro de su cara – hallo- a las mañanas.

No me parecía un buen plan para pasar mis primeras navidades lejos de mi casa y probablemente mucho tiempo mas pero no tenia otra opción.

Durante el viaje mi madre sonrío muchas veces, tantas veces que asta me sentí del todo incomoda. No me sentía nada contenta con la situación y menos me parecía agradable la situación que me había empujado a ir asta ai. En media hora nos encontramos rodeados por una gran urbanización como las que salen en las películas. Todas de casas grandes y lujosas. Con coches de lujo aparcadas enfrente. Mi madre aparco delante de uno muy grande. Parecía tener tres plantas, era blanca con grandes columnas enfrente y un amplio jardín todo adornado de plantas y árboles. Incluso tenían piscina. Pude entender como una persona podía dejar todo lo que tenia por eso. Pero solo una persona egoísta.

Sentí enfado que se convirtió en miedo nada mas entramos por la puerta. Nos vino corriendo una chica joven de unos 20 años con un uniforme de criada- no sabia exactamente como llamarlo nunca había visto nada parecido-. La chica me dijo para que le diera el abrigo y me cojio la maleta, rápidamente subió escaleras arriba muy apurada como si en ello se dejara la vida.

Me di cuenta, entonces de lo grande que era aquel vestíbulo. Era blanco como el resto de la casa, los azulejos del suelo eran negros y blancos, y podías encontrar cuadros y jarrones por todas las esquinas claramente todo bien conjuntado. La casa era exactamente como yo la había imaginado. Mi madre no me dejaba de hablar me cojia del brazo como una amiga coje a la otra de total confianza y me arrastraba de un sitio a otro. Yo intente no escucharla era totalmente agotador la verdad, parecía que quisiera hablar todo lo que no había hablado en ocho años. Me enseño la primera planta luego me aseguro que había otras dos y el desván donde sus hijos o hijastros solían usar para juegos, llevar amigos o para la banda de música que supuestamente tenían. Me hablo de ellos las dos horas que estuvimos. De cómo me encantarían, que me caerían muy bien… Al fin me llevo a un rincón de la planta baja con puertas correderas. Entramos en una especie de biblioteca gigante que abarcaría mas que toda la cara que tuve en Madrid a la vez. En una esquina había un escritorio en el que había un hombre sentado. Era rubio, como me lo había imaginado. Cara redonda y rostro marcado. Parecía grande como también me lo había imaginado. Pero lo que nunca me abría imaginado fue el recibimiento que me hizo. Cuando me vio se levanto y se acerco a donde mi lo mas rápido que puso extendió una sonrisa tan grande y tan intensa que asta parecía ser imposible. Me empezó a hablar en español mas bien balbuceando. Dijo como con mi madre había aprendido mucho pero que en la semana que sabia que yo iba a ir había ido a recibir clases particulares de español a la vez que sus tres hijos. Era muy agradable, tan agradable que me caía ya en los primeros quince minutos que llevaba ahí casi mejor que mi madre. Me sentí fatal por haber tenido un concepto tan fatal de el aun sin conocerlo. Uwe me enseño toda la casa quitando las habitaciones, tenían asta sala de juegos, de cine, otra para estudio… vamos como en las películas. Aun así no me vendí tan fácilmente. Me dijeron como mas a la tarde conocería a mis nuevos hermanastros que en esos momentos se encontraban aun en clase ya que ahí terminaban mas tarde las clases para empezar las vacaciones de navidad.

Pase la tarde con los dos. Me enseñaron mi habitación, era grande bastante mas de lo que había sido la anterior. Pero esta no tenia nada escrito en las paredes, no tenia sentimiento. Era amarillo decían que no sabían de que color pintar la habitación y tras un gran debate pensaron que amarillo era un color bastante neutro. Si mi madre me abría conocido un poco mas abría sabido que mi color preferido era el granate. Tenia unas bonitas vistas a otra gran casa aun mas grande y mas lujosa que esta. La cama era de matrimonio y tenia un gran armario. Tan grande que con todo la ropa que tenia no llenaba ni un cuarto de lo que era.

Casi a las siete parecía empezar el movimiento. Un par de coches pararon delante de la casa. Nosotros fuimos al vestíbulo a esperar a los que venían. La primera en entrar fue una niña pequeña, rubia muy mona que nada mas entrar me miro como asustada. Me pregunte si causaría ese efecto a todos. Luego vino un chico alto con pelo castaño largo que al menos este sonrío al verme. Espere que viniera el tercero de los hijos de Uwe pero la puerta se cerro y no apareció.

-¿es esta?-Pregunto la pequeña amarrándose a la mano de mi madre.

-Si esta es Andrea.-Dijo ella muy orgullosa mientras me miraba con una gran sonrisa.

La niña pareció alegrarse ya que me sonrío. Me alivie, no era que fuera un consuelo pero al menos parecía gratificante que uno de esos tres me aceptara ya que tenia que convivir con ellos.

-Andrea esta es cheyenne y este es Jimi.-Dijo Uwe sin quitar la sonrisa.

La niña se acerco a darme un beso y luego retrocedió avergonzada. En cuanto a Jimi se acerco y me dio dos besos sin parar de sonreír.

Para ser sincera me sorprendió. Esperaba alguna cara larga pero por lo que parecía los dos se parecían mucho a Uwe en cuando a la simpatía.

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